Como ya os dije en el capítulo anterior, hoy os voy hablar de PEGASO un ser duro, noble y muy astuto y sobre todo un guerrero.
Pegaso venia de un lugar lejano. Él siempre había trabajado en el aserradero, donde se dedicaba a hacer troncos y tablas para hacer cabañas. Era un trabajo muy duro pero él lo hacía fácil, seguramente porque disfrutaba tratando la madera. De hecho se trataba de un aserradero familiar, pero todo se acaba. Llego un punto en que los árboles del lugar se fueron gastando y el aserradero ya no cortaba troncos, así que, decidió coger un nuevo rumbo y surcando los cielos, emigró como un ave, buscando un lugar más cálido.
Finalmente llegó hasta el reino de las palomas donde encontró su sitio. En este lugar conoció a una ninfa y fue asentando sus patas en el viejo reino. Poco a poco fue haciendo amistades hasta que durante un verano conoció a dos personajes: uno era el paladín y el otro el unicornio punki. Pensaréis que vaya dos patas para un banco, jajaja. Pues sí, fuimos cogiendo confianza hasta el punto en que más tarde nos dimos cuenta de que éramos como hermanos. Será porque casi pertenecíamos a la misma raza. El Pegaso y yo, un unicornio, de caballos nos viene la casta. No nos olvidemos del Paladín, aunque solo tuviera dos patas, también parecía de nuestra especie. Vamos, hermanos, no de sangre pero si de hechos.
En fin, así se conocieron. Cuando faltaba el duende rojo, que era casi siempre, ahí estaba Pegaso con nosotros. En la cabaña trabajando pata con pata. Vosotros seguro que os preguntareis: ¿Por qué acabo en la cabaña? ¿Si él trabajaba en un aserradero, que fue lo que pasó? Nunca dudéis de un Pegaso. Estos seres tienen la habilidad de adaptarse a cualquier trabajo ,aunque también tengo que confesar que se enfadaba pero tienes que tocarle mucho las alas.
Os diré algo. Fue lo mejor que le pudo pasar a la cabaña de la plaza del reino de las palomas. Juntar a un paladín, un unicornio punki y a un Pegaso. Los lugareños estaban más a gusto que nunca. Fue la pieza que faltaba en la cabaña. El unicornio en la lumbre, el paladín en la cabaña, aunque a veces se intercambiaba con el Pegaso que estaba en las tablas y los troncos de la plaza. Ningún lugareño tenía quejas, al revés, nos querían y nos respetaban. Era curioso que los aldeanos valoraran nuestro trabajo y que el duende rojo y compañía, no lo hicieran.
En resumen, la envidia es mala, pero nunca fueron capaces de separar a estos tres personajes. Después, con el tiempo, Pegaso tuvo que irse por causas de fuerza mayor. Se fue a otra cabaña, pero nunca nos dejó. Siempre seremos ese trio inseparable, con un buen trasfondo que si caes al suelo, siempre sabes que alguno estará hay para levantarte. No van a dejar de luchar contigo. Puedes contar que siempre, pero siempre, seguirán contigo a tu lado. Doy gracias por ello y estoy muy orgulloso de tener a estos dos seres, el paladín y el Pegaso, como amigos. Gracias.
En el próximo capitulo os hablare de como la fiesta continua en la cabaña.
La canción de hoy es una combinación que le encanta a PEGASO.