Pues sí, el unicornio empezó a trabajar por las tardes y ahora os explico.
Las tardes en la cabaña del unicornio no tenían nada que ver con las mañanas. Los lugareños, como en todos los reinos, trabajaban sus tierras desde que salía el sol. Entre algunas de sus tareas estaba arar los campos, cuidar los cultivos, llevar a pastar a los animales hasta estaba el que le ponía las herraduras a los caballos, y como no, a los unicornios. Tendría que haberme pasado por el de las herraduras, con razón tenía las patas tan descuidadas… En fin, todos trabajaban.
De ahí que los aldeanos y seres del reino de las palomas vinieran a la plaza una vez finalizada su jornada. Los primeros en llegar eran las damiselas con sus hijos, abuelos con crías, y poco a poco todos se juntaba allí en la plaza. No llegaba a ser tan potente como en las fiestas, pero había trabajo. Las tablas y los troncos se llenaban, las pócimas calientes no paraban de salir, y como no, algo que echarse a la boca. Contra más cerca estaba la noche, más pociones se hacían.
Es conveniente resaltar que por la tarde del unicornio tenía dos compañeros muy competentes. De ellos sí que aprendí mucho. Por un lado tenía a un arquero y por el otro a un centauro. Este último muy gracioso y los dos, la verdad, muy buena gente. En ocasiones se enzarzaban en peleas, pero creo que era de la confianza que se llegaban a tener porque hacía mucho tiempo que eran amigos. Nos lo montábamos de la siguiente forma: El arquero se quedaba dentro de la cabaña porque como ya sabéis, estos seres son de larga distancia; en cambio el centauro y yo, nos quedábamos fuera sirviendo las tablas y los troncos. ¿Será porque 8 patas tiran más que dos..(no te flipes)?
¿A qué no sabéis quien se quedaba en la lumbre por la tarde? Eso sí, cuando le daba por venir a la hora le salía de sus partes noble. Correcto. El duende rojo, todo un espectáculo. Imaginaros a ese duende que le gustaba todo menos trabajar, en el interior de la pequeña cocina de la cabaña.
Ahora bien, la tarde fluía. Pócimas calientes, frías y poco a poco se iban llenando las tablas. Los aldeanos empezaban a tener hambre y pedían cerdo y moniatos, cosa que en la cabaña se preparaba genial. El problema venia cuando le decías al duende rojo que empezara a cocinar. Cuando se le juntaban muchas notas le daba por dar golpes a todos los troncos de la cabaña, incluso a la chimenea. Que tu pensarás: ¿qué culpa tienen los materiales de construcción de que un duende no quiera trabajar? Y eso que «era su cabaña» (ya os explicaré lo de las comillas).
En todo caso, lo que pasaba era que a menudo el duende solicitaba al unicornio para que le echara una pata en la lumbre. Imaginaros a un duende de 2×2 y a un unicornio con sus cuatro patas, metidos en la pequeña cocina de la cabaña. Si, era pequeñita. Estábamos lo que se dice apretaditos. Por consiguiente, el centauro atendía a todas las tablas solo, con razón se ponía furioso. Y por otro lado, al arquero también le tocaba correr porque se le acumulaba el trabajo dentro de la cabaña.
Me gustaría contaros una curiosidad del duende rojo. A veces los lugareños no llegaban a comerse los platos de comida. Sucedía pues que el duende no tenía otra cosa que comerse esos restos! Será cosa de duendes o de cerdos porque al resto se nos quedaba una cara de asco que no era normal. Que le vamos hacer, costumbre de duendes.
Para acabar, quiero destacar que lo bueno era cuando se acababa la lumbre y con ello la comida para los lugareños. En ese momento el duende tenía la misma costumbre que el viejo maestro. ¿Sabéis cuál? Sí, sentarse a mirar a las cabañas de la zona. Pero no se limitaba solo a observar, mientras aprovechaba para meterse hojas en los oídos y olerlas… sí, pura fantasía. Está claro que era ironía. Mientras el unicornio tenía que limpiar la lumbre, los trozos de cerdo, barrer y adecentar el lugar para el próximo día de trabajo. En fin lo que se tienen que hacer cuando el sol se ponía y todos ya estaban tranquilos en sus casas.
En el próximo capitulo os explicaré…las noches del reino.
Y la canción de hoy, hay que ver el video y escuchar la canción muy atentos…
El Canto del Loco – Eres Tonto – La Historia Fría: Cosas (Videoclip 1)