Sí, has leído bien, nos tiran la cabaña… estos que les da por ladrar nos dejan sin cabaña y, con ello, sin trabajo. Pero ellos siguen cabalgando acosta de ir pisando a cualquiera que se les ponga por delante. Sin impórtales lo que llevaban a sus espaldas los que realmente les cuidaban la cabaña.
Pues sí, voy hablaros de ese fatídico día. Todo comenzó llegado el invierno al reino de las palomas. El unicornio punki y el paladín entraron a la cabaña. Como cada día, con ganas de trabajar y sin perder la ilusión como era habitual. No obstante, cada uno en su cabeza tenía esa campanilla diciéndole que era el último día que íbamos a estar dentro de esa cabaña. El último día junto a su lumbre y como no, el último día que colocaríamos sus tablas y maderos en la plaza del reino de las palomas.
En fin, fue transcurriendo la tarde poco a poco. Los lugareños venían a que les confirmáramos la tragedia que ocurriría ese mismo día. Como no, dándonos muestras de apoyo. A todo esto, el duende rojo, el viejo maestro minotauro y la gorgona, no se movieron de la cabaña; seguramente para controlar las monedas del reino y nuestra actitud. A pesar de ello, nuestra templanza, por mucho que les amargara, nunca lograrían derribarla porque éramos los primeros que comíamos de esa cabaña.
Continuaron la tarde cuchicheando, pero peor aún fue cuando trajeron pócimas especiales para celebrar que tiraban la cabaña. Trágicamente para ellos, no tuvieron oportunidad de abrir ninguna poción especial, ya que, los lugareños sabían de qué calaña eran y conocían las maniobras oscuras que estaban haciendo. Nadie fue a festejar nada y eso que se trataba de ese día que pone en un libro que un señor descansó cuando creó su mundo, pues ese. De esa maniobra oscura nos enteraríamos más entrada la noche.
Más tarde, cuando las lumbres poco a poco se iban a pagando, igual que la vida de la cabaña, dejamos de echar más troncos. Cada vez venia menos gente, de hecho, estuvimos las últimas horas de la jornada bastante solos. Eso nos traía mucha añoranza pero a la vez orgullo, ya que, los lugareños sabían lo que bien he dicho antes y no se equivocaban en quienes eran los malos de la historia y de su juego sucio.
Finalmente llegó la noche y salimos a la plaza del reino a recoger las tablas y los troncos, por última vez, en esa cabaña. Con nosotros estaba también alicanto, que se acercó a la cabaña para ayudarnos a dicha tarea (ya que su turno había acabado hacia horas) y a salir de la cabaña con nosotros. Como un equipo.
Llegado ese momento, salimos de la cabaña sin nada. Sin monedas y sin un simple gracias. Vamos, como diría mi abuela: «Con una pata delante y otra detrás». Sin mediar palabras. Y sin saber lo que nos depararía el futuro. Eso sí, el duende rojo, la gorgona y viejo maestro se quedaron orgullosos en la oscuridad de la cabaña. Disfrutando de su ilógico placer de pensar que se habían desecho de nosotros y sin tener que dar nada a cambio. De ahí que haya dicho al principio, que mientras nosotros ladramos ellos cabalgan, sin importarles nada, sin escrúpulos (perdón eso de escrúpulos ellos nunca lo han conocido).
P.D Muchas gracias a todos esos lugareños, por vuestro cariño y muestras de apoyo.
SEGUIREMOS LADRANDO
En el próximo capitulo hablaremos de La Otra Cabaña parte 2
Y que decirle a estos personajes… (OTRA CANCION QUE TENEIS QUE ESCUCHAR)
ALADEMOSKA «Trepa» (Video-clip Oficial)