Retomo la historia tras cerrar una etapa en mi vida de unicornio, a pesar de seguir moviéndome entre cabañas. Como bien os dije en capítulos anteriores, el Viejo Tablón fue un gran descubrimiento para este unicornio. Aquel sitio era especial ya que veía cosas que en la cabaña de la plaza del reino de las palomas jamás había visto. En el Viejo Tablón se trabajaba como se tenía que trabajar, todos a la vez, como un equipo.
En fin, en la cabaña del Viejo Tablón, el Unicornio Punki estaba muy a gusto. Tanto el Trovador Prevenido como la Mami Ninfa eran muy trabajadores y la verdad que eso lo contagiaban. Todo estaba sincronizado. La Mami Ninfa en la lumbre junto a la Hada, que también era un ser muy especial. Ella solo venia de vez en cuando, pero se notaba el amor que le ponían juntas en sus platillos. Los aldeanos lo notaban al degustar esos manjares.
Mientras, el Trovador Prevenido estaba en la barra, junto al unicornio, preparando las tablas para que se acomodasen los lugareños. Poco a poco se llenaba la cabaña y el Trovador pasaba a la zona de la barra. Y así el Unicornio Punki, con sus cuatro patas, se dedicaba a abastecer a los lugareños de pócimas y de los manjares de la lumbre del Viejo Tablón.
Los lugareños que regentaban la cabaña era variopintos (es lo que tienen las cabañas) pero la verdad que eran la alegría del lugar. También venia algún trovador que otro famoso del reino de las palomas y de lugares lejanos. Es más, el primo del Trovador Prevenido era lutier y le hizo una laúd de trozos de madera que iban a tirar a la lumbre y la verdad es que sonaba muy bien. También hay que decir que al dueño de la cabaña no le faltaban laudes, tenía una gran colección de ellos.
Era habitual que algunas veces, a altas horas de la noche, el Trovador Prevenido, junto algún trovador que había cenado, se pusieran a cantar canciones, eso sí, con alguna pócima entremedio. La verdad es que era un lugar que tenía esa esencia que a todo el mundo le gustaba. Los lugareños hacían cola para poder tomar sus pócimas y degustar los manjares de la lumbre. Por cierto, tenían una oreja de cerdo que hacia la Mami que era para dar coces.
Resumiendo, el Unicornio Punki estaba tan a gusto que la pena que tenía era que solo trabajaba dos días a la semana allí. Contra más pasaba el tiempo más crecía ese sentimiento. Pero fueron pasando las semanas y otras aventuras le esperaban.
En el próximo capitulo hablaremos de como el Unicornio Punki se va del Viejo Tablón.
Y la canción de hoy es para mi
Mami y mi Trovador Prevenido…..
Estaré eternamente agradecido…
Rosendo – Agradecido (Directo Wizink Center, Madrid)