LA CABAÑA, un día más…
Otro día más en la cabaña de la plaza del reino de las palomas. Mañana tras mañana, este unicornio punki seguía con sus pociones tanto frías como calientes y en sus aposentos el viejo maestro minotauro, como no, con su libro en mano, sin atender su cabaña.
Pero llego el día que me sorprendió! Entré con una nota de pócimas y comida y le dio por estar junto a la lumbre, eso sí, una vez junto a ella, no se separaba aunque le pidieras otra cosa.
Él ponía sus trozos de cerdo o de moniato y no se movía, se quedaba perplejo mirando como si el cerdo fuera a caminar o los moniatos fueran a salir corriendo, como si de brujería se tratara. Eso me dio a entender que el viejo maestro, no había cocinado en su vida.
Cuenta la leyenda que se dedicaba a la mercadería y que acabó en la cabaña porque encontró un filón donde rascar monedas. Como ya os dije en el otro capítulo, le gustaba mucho el dinero, hasta tal punto que daba igual a quien pisar, seguir o embrujar. Lo que solía pasar era que mientas él miraba el fuego, se le quemaban las cosas. Pero yo seguía con las pociones y algún que otro bollo con puntas…
Las mañanas eran duras pero llegaban los días festivos en la plaza del reino de las palomas. Allí se reunían los lugareños, para hacer intercambio de mercancía, animales y aprovechaban para sentarse en los troncos y tablas para disfrutar de unas pócimas y de echarse algo en la boca para comer. Hasta aquí todo bien.
Lo malo sucedía en las entrañas de la cabaña, donde algunas veces los domingos venia el duende rojo, y no venía temprano, venia más bien tarde claro. Incluso podía venir la Gorgona, que se encargaba del fuego y de cocinar el cerdo y los moniatos. Este ser con ganas de trabajar carecía de experiencia, no tenía nada que envidiar al viejo maestro. Más tarde me enteré de que los dos tenían lazos, de ahí que saliera un duende rojo.
Todo funcionaba los días festivos mientras hubiera poco lugareños. Eso sí, cuando empezaban a llegar más aldeanos, el viejo maestro no hacía pócimas, él prefería contar fabulas, cosa que entorpecía más el funcionamiento de la cabaña e incluso llegaba a enfadar a los lugareños. Igual pasaba en la lumbre con la Gorgona, se le pasaban en el fuego los moniatos, como que salía tarde el cerdo o crudo o muy hecho.
Lo mejor llegaba cuando el duende rojo y el viejo maestro se enzarzaban con la pobre gorgona (siempre evitando mirarle a los ojos para no quedar petrificados). Los aldeanos me preguntaban qué pasaba en el fuego y yo, haciéndome el loco, les decía que nada, cosas de la cabaña…
En ciertas ocasiones venía una Valquiria, que algo tenía que ver con el duende rojo. Cada vez que aparecía, cuando la veía entrar, suspiraba de tranquilidad. Por fin alguien venía a ayudarnos. Es lo que tenía la cabaña, que le vamos hacer.
Llegaba el momento en el que se iban todos los lugareños. La imagen era la siguiente: El viejo maestro, que llevaba rato sentado junto al duende rojo, esperaba mientras la gorgona y la valquiria les servían y se sentaban a comer con ellos. A todo esto, yo hacía cosas de unicornio, recogía las cenizas del fuego, quitaba los restos de moniatos y cerdo de la lumbre.
También limpiaba todos los frascos de pócimas que se habían acumulado en la cabaña, que con las fabulas del viejo maestro no le había dado tiempo y de vez en cuando servía algún lugareño que andaba despistado. Y así transcurrieron los días en la cabaña de la plaza del reino de las palomas.
En el próximo capitulo entraremos en más detalle en las «fiestas» del reino. No os lo perdáis!
MUY IMPORTANTE Escuchar la canción dedicada a ese viejo maestro minotauro…
(COMPRENDEREIS MUCHAS COSAS)
ALADEMOSKA «Trepa» (Video-clip Oficial)